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PALABRAS ENCADENADAS
Su mirada profunda y vacía sugerían estar sumergido en un mundo en crisis, en preocupación y en decadencia. Podía palpar con sus manos como moría de indiferencia la humanidad, como el tiempo se había terminado y lo que una vez fue pronto dejaría de ser.
No era indiferente pero sabía que la gente no tomaría conciencia de su razón social. Aún así, él estaba allí, como un viajero del tiempo que conociendo nuestro futuro estaba en la necesidad de hacer evidente que nos estamos destruyendo.
Él está ahí, sabe que no se detendrán a ver su stand, que pasarán de largo, que no les importa. Pero, él va a estar ahí.
MI PEQUEÑO Y GRAN MUNDO
Mi mundo, mi pequeño y gran mundo. Ha eliminado la frontera entre la realidad e irrealidad. Es una puerta para sumergirse en la inmortalidad, la omnisciencia y la omnipresencia.
Mi mundo, mi pequeño y gran mundo. Aunque llegue o esté solo en lo físico, siempre estaré rodeado que aquellos que tienes.
MI BELLO RETOÑO
Tú sabes lo difícil que me hes espresar mis sentimientos personalmente; el llanto, la rabia, el tartamudeo y la vaguedad de las ideas que, aunque claras en mi mente, que no logro concretar con el habla.
Bien conoces como es grato el acento de mi voz a mis compañeros, las inusiales expresibidades de mi charla y, sobre todo, la rapidez de mi lengua. Sin embargo, sólo tú eres la única que verdaderamente conoce mis líneas, las profundas expresiones de sinceridad y afecto y el característico estilo de mi poesía proverbial.
Bien sabías que haría esto. ¡Sí! ya me conoces. Tomémonos este tiempo, reflexionemos, tomemos control de las debilidades que destruyen nuestro nido. Ya sabrás lo que dirá la vieja: "¿Otra vez pelearon y se dejaron? ¡Qué pendejada!" En este distanciamiento espero despejar mi mente y asentar cabeza.
Una vez hallé un bello retoño, lo cuidé, lo aboné, le despejé el entorno para que se llegara suficiente luz, y con el tiempo se fue poniendo más bello. Pero ahora le han crecido unas espinas que me hieren cada que se me le acerco. Quisiera hacerle entender lo mal que me hacen sentir, pero parece ser en vano. Ahora me he ido y espero que note quien ahora le cuidará.
SIGNIFICABAS MUCHO
¿No puedes entender que te tengo asco? ¿Que cada vez que te veo recuerdo las veces que te encontré manchada? ¿Que no estabas en mi cama y me preguntaba porqué? No tienes idea del dolor y el sufrimiento por el que pasé.
Eras muy, muy especial para mí. Significabas mucho, pero aún no puedo entender como pudiste acostarte con otro. Me imagino que disfrutabas cada vez que estaba por fuera estudiando, que tus noches eran una aventura, que eras el objeto de confort o el juguete en la piyamada de quien sabe quien.
¡Pero esto se acabó! Este mismo vieres a las 6, yo personalmente, te llevaré a la esquina, allí esperaremos el camión que te llevará al lugar donde no querrás estar y finalmente, dejaré de verte.
¿Que si pensaré en tí? No, no lo creo! Ya tengo tu remplazo.
¿TE PASA ALGO?
Nunca antes le había escuchado esa expresión. Sólo me preocupaba por verlo ahí tirado en ese rincón con la mano apretando su pecho y con lágrimas en sus ojos. ¿Será que sufre del corazón? ¿Se le habrá muerto un familiar? ¿Le dejó la novia? ¿Debería informarle a alguien?
Nunca ha sido fácil relacionarse con él. Siempre se le ve sólo, apartado, por ahí caminando con la mente vagando en el limbo, evitando las muchas personas: hasta sus compañeros. Se podría notar desde lejos, es muy particular: delgado, mediano, sencillo, poco social, misterioso, de pocas palabras, el pilo, en fin.
Hace rato noto que le pasa algo. Se le ve apagado, se le salen lágrimas de repente, camina más despacio y ahora se aprieta fuerte el pecho como si tuviese un fuerte dolor.
–¿Quieres que llame a enfermería, a la profe Socorro, o a Psico para que te ayuden en algo?
–¡Vea parse! Algunas personas preferimos estar solas, porque... ...la soledad es la única que nos entiende y jamás cuestionará todo aquello que pensamos.
LA IMAGEN LITERARIA
Imagen Sensorial: Es aquella que hace referencia al estímulo, es decir, que recurre a las sensaciones de los sentidos.
- Su piel suave como el algodón (tacto)
- Su piel se veía blanco como la nieve (vista)
- Su piel exhalaba el aroma el aroma propio de una rosa (olfato)
- En su piel podía sentirse el dulzor de la miel (gusto)
- Su piel me murmuraba para la seducción (oído)
Imagen Sinestesia: Tienen que ver con un trastocamiento de los sentidos, es una mezcla de varios sentidos: oír colores, ver sonidos, sabores con el tacto, etc.
- Es de oro el silencio, la tarde es de cristales azules en el zenit azul, una caricia rosal por el verdor teñido de melodiosos aros.
- Los niños dicen mentiras blancas, las malvados las dicen negras.
Recuerdo vagamente las seis semanas anteriores, en cuatro de ellas estuve en un calabozo donde esperé impaciente la hora de la ejecución pública, según los reyes mi cabeza debía rodar ante la vista de todos a efecto del frío acero de la guillotina; luego del encierro, el temido momento había llegado. La Plaza de Bellecour estaba abarrotada hasta los dientes de curiosos con sed de sangre emanando de mi cuello desnudo y sin cabeza, tenía en el rostro una oscuro tela y solo escuchaba la turba violenta coreando a una voz “Muerte a Jean Guitry”, sentía morir de miedo mientras caminaba por el pasillo en una eterna procesión desde el calabozo a la ejecución, Hubo un silencio inesperado y luego del ruido del metal bajando a gran velocidad y cortando la carne humana, se oyó una bulla incongruente de euforia pública. En efecto, han matado a Jean Gruitry, pero… ¡si yo soy Jean Gritry!
Una puerta se cerró y lo siguiente fue una larga caminata escoltada por quien me sacara del calabozo, caminata en la que se desvanecía paulatinamente el sonido del vulgo, yo iba con la tela que impedía cualquier intento de percibir la realidad circundante pero dado a las piedras dispuestas de una forma poco estética que sentía en los pies deduje que las paredes no podían ser de otra cosa, asimismo supe que estaba en una especia de túnel estrecho por el eco que se oía al tronar la parte metálica de los zapatos de mi verdugo. Fueron seis o siete horas de una larga caminata que terminaron con mi estruendosa pero segura caída a un precipicio de tres metros, traté de incorporarme y me quité la tela. Este era un cuarto aterrador, iluminado por decenas de antorchas en las paredes.
El cuarto era un circulo de cinco o seis metros lado a lado, rodeado de una pared de tres metros de altura, estaba muy frío y la humedad se filtraba por todas partes, lo que hacía que el piso y la pared de piedra estuvieran cubiertas de moho e imposibilitando cualquier intento de escape. Dos monjes me observaban desde arriba todo el tiempo, y andaban vestidos de una prenda negra que les cubría todo el cuerpo. El cuarto estaba vacío pero se distinguía en el centro de éste una tapa circular removible que me apresuré a abrir, salió un olor pestilente y me alejé.
Luego de unos minutos en el cuarto me asombró el colosal sonido de un reloj gigante en el techo del recinto, se hallaba como a treinta metros por encima de mí
y marcaba las 12:00, en ese instante salieron del hoyo pestilente decenas de ratas enormes e inquietas buscando donde morder, me encontraron y del terror lancé un grito tan aturdidor que las ratas mismas quedaron estupefactas algunos segundos antes de seguir avanzando hacia mí, ellos conocían mi debilidad frente a estos parásitos y por eso las usaban, las odiaba antes y más que nunca en ese instante, pero eran demasiadas, mordiendo aquí y allá, los talones, muslos, rasgando la piel con sus garras infectas y provocándome una agonía insufrible que me despojó de toda vestidura; solo hasta que el reloj marcara otra hora , los monjes esparcieron un pesticida que las ahuyentó, luego me rociaban polvo y líquidos que ardían en las heridas abiertas pero servían de curación, transcurrieron once horas y soltaban de nuevo a las ratas, eso ocurrió día tras días durante dos semanas. Me alimentaban, pero con una pasta extraña y viscosa que hacían bajar mediante un sistema de poleas, de cualquier manera calmaba el hambre. No pude dormir en ese tiempo, pues cuando lo intentaba era fastidiado con un palo desde arriba o solo bañado en agua helada, debido a eso ya había perdido la cordura y a partir de la sexta o séptima sesión las ratas no importaban en mi mundo fantástico.
Al fin he despertado de un largo sueño al que me viera inducido por los verdugos y mi horror sería mayor, de esto me percaté inmediatamente dado que me hallaba emparedado en un cuadrado de metro por metro, el sonido del reloj se percibía aún, pero no eran ratas sino pequeñas púas metálicas las que salían de este minúsculo y nuevo cuarto en todas direcciones, de a cinco centímetros avanzarían cada hora (me advirtió desde lo alto un monje que no pude ver), me di cuenta de que mi muerte estaba muy cerca y sabiendo esto sudé profusamente en un lapso de tiempo que debió ser una hora pero se me hizo larguísimo hasta que sonó de nuevo el reloj, yo quedé congelado tratando de alejarme de las hojas puntiagudas que se acercaban de golpe. Tres, cuatro, cinco, seis, siete, y ocho veces se escuchó el ruido característico del reloj y yo estaba empalado y sustentado por la cantidad de fierros atravesándome la humanidad, en la novena tonada todos se retrajeron y me dejaron libre pero malherido, de inmediato cayeron las sales y líquidos medicinales desde arriba. Tronó tres veces más el reloj y yo estaba recostado cuando cuatro púas se hundían por completo en mi brazo izquierdo, me enderecé y esperé una vez más el mismo proceso de empalamiento. Ni yo, ni los monjes podíamos creer mi resistencia, pues viví muchos días después de la tercera sesión, luego de la cual las púas nunca se recogieron.
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