Tú sabes lo difícil que me hes espresar mis sentimientos personalmente; el llanto, la rabia, el tartamudeo y la vaguedad de las ideas que, aunque claras en mi mente, que no logro concretar con el habla.
Bien conoces como es grato el acento de mi voz a mis compañeros, las inusiales expresibidades de mi charla y, sobre todo, la rapidez de mi lengua. Sin embargo, sólo tú eres la única que verdaderamente conoce mis líneas, las profundas expresiones de sinceridad y afecto y el característico estilo de mi poesía proverbial.
Bien sabías que haría esto. ¡Sí! ya me conoces. Tomémonos este tiempo, reflexionemos, tomemos control de las debilidades que destruyen nuestro nido. Ya sabrás lo que dirá la vieja: "¿Otra vez pelearon y se dejaron? ¡Qué pendejada!" En este distanciamiento espero despejar mi mente y asentar cabeza.
Una vez hallé un bello retoño, lo cuidé, lo aboné, le despejé el entorno para que se llegara suficiente luz, y con el tiempo se fue poniendo más bello. Pero ahora le han crecido unas espinas que me hieren cada que se me le acerco. Quisiera hacerle entender lo mal que me hacen sentir, pero parece ser en vano. Ahora me he ido y espero que note quien ahora le cuidará.
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